domingo, 2 de abril de 2017

Domingo

2 de abril, 2017. Es domingo. Ultimo dia de la semana, o el comienzo de una nueva, segun de que lado quieras verlo. Nunca fui de las que dramatizan los domingos, siempre me parecio un dia mas, el dia menos productivo de la semana, pero en fin, un dia mas. Hoy le doy otra connotacion, hoy no puede ser mas domingo.
Me desperte a las tres de la tarde, sin querer despertarme, me di cuenta que llovia, que estaba nublado y que tenia un pila de obligaciones que me llamaban desde la mesa. Sin ganas de me levanto, me baño, me baño mucho, me baño largo, me baño bailando, me baño cantando, el agua me pega en la cara. Al final no es tan malo que hoy sea domingo. Salgo de la ducha me cambio, no me pongo pijama para confundir un poco al dia, acomodo mi pieza, levanto la ropa del dia anterior, tiendo la cama, me pongo perfume. Voy a la cocina, pongo la pava en el agua, abriendo la llave de paso claro, ya que tengo todas las canillas rotas, me pierden infinita cantidad de agua, ya es tan agobiante que tengo que cerrar la canilla de paso central. 
¿Arreglarlas? Parece que nunca encuentro el tiempo ni el momento. Pongo la pava arriba del fuego, si si, dije fuego, volvi a tener gas. Voy a buscar la yerba para ponerle al mate, hay muy poca, me quedo mirando el tarro por unos minutos tratando de calcular mentalmente si al menos me va a alcanzar para llenarlo una sola vez. Pienso que si, agarro el mate lo lleno. Efectivamente me alcanzo, es mas, me sobra para medio mas. Vuelvo al comedor, agarro un papel, un lapiz y anoto: Comprar yerba.
Espero al lado de la cocina a que el agua se caliente, me gusta mirar la pava y creer que la pongo nerviosa, que mi presencia la incomoda (ya lo se, es una pava, nunca podria ejercer algun efecto sobre ella, pero me gusta pensar que si). Cuando considero que espere bastante agarro el mate le pongo agua para probarla, ya estaba. Me voy con todo a la mesa. Me siento. Pienso que no fui al supermercado que no tengo que comer. Agarro de nuevo la lista y anoto: Comprar galletitas. 
Vuelvo al cuarto, agarro la computadora, la pongo arriba de la mesa, la prendo. Me pongo a leer cosas de la facultad, hago anotaciones, subrayo (me encanta subrayar), escribo, borro, redacto, leo, tomo un mate, tomo otro, sigo leyendo. Me vibra el celular.
Me vibra dos veces el celular.
No lo quiero mirar, pero sin querer lo miro, una luz verde prende y apaga. No es la luz de los mensajes, no es el color de whatsapp, es el color del chat de messenger. Me quedo mirando la pantalla del celular en negro desde lejos, quiero agarrarlo pero a la vez no quiero. Se quien esta del otro lado de esa luz verde que titila insitandome a que la vea. 
Por fin me decido a agarrar el celular, y no me confundo, era el. 
En ese momento me arrepiento de haber salido el viernes, me arrepiento de haber tomado de mas, me arrepiento de haberle escrito. Para. ¿Me arrepiento?
Leo la respuesta rapido pienso algo, PUM le respondo. Sin pensar, como siempre. 
Llamo a una amiga le cuento lo que paso entre nerviosa, asustada y emocionada. Para. ¿Dije emocionada? cierto, es domingo, tengo permitio exagerar mis sentimientos. Para. ¿Los estoy exagerando? Decido dejar de mentirme, PUM le contesto de nuevo, sin pensar.
Una cosa lleva a la otra me abro, a medias pero me abro. Espero una respuesta.
Escribiendo
Escribiendo
Escribiendo
Escribiendo
Dejo el celular en la mesa, junto la computadora, el mate, la pava, la lista del supermercado, las lapiceras. Me siento.
Escribiendo
Me llega un audio. ¿Un audio? Si, si, un audio.
Un audio, supone escuchar una voz del otro lado. Lo que me lleva a la persona, asi sin escala, es una voz, es su voz que me esta diciendo algo. Pongo play, lo escucho, no lo entiendo, debo ser yo o escucho un pitido. Lo vuelvo a escuchar. Era yo. Voy a la pieza a acostarme, para que los odios me dejen de pitar. De repente, otro audio, y otro. Dos audios mas que escuchar, con el anterior son tres. Tres audios. Tres voces. Me siento. Pongo play.
Los termino de escuchar y la situacion se vuelve mas confusa que antes. Entiendo que le tengo que responder y lo que es peor con un audio. Todos los que me conocen saben que no se me da bien esto de hablar, me enredo, me pongo nerviosa, me rio en espacios donde no hay que reirse, respiro fuerte, no respiro, hablo conmigo en el medio, es todo muy confuso. 
Pienso que voy a decir mientras este apretando el boton de grabar, lo repaso una vez, dos veces, ya estoy lista.
Apreto el boton de grabar, un segundo, dos segundos, tres segundo, respiro, cuatro segundos, no se que decir. Me rio. Me trabo. Me digo que soy tonta. Quince segundos, dieciseis. Trato de empezar una idea cuando me doy cuenta van cincuenta segundos. Lo corto con la excusa de que en el proximo si voy a decir algo concreto. Lo juro.
Voy de nuevo, boton de grabar. Un segundo, dos segundos, me vuelvo a sentir estupida, siento que estoy dejando un mensaje para ningun receptor, no hay nadie del otro lado, soy yo, hablandole a la pantalla de mi celular, pidiendole a la pantalla de mi celular que me quiera escuchar, me siento estupida. Mando el segundo audio.
Pienso que no fui clara, intento con un tercero. Creo que se entendio lo que quise decir. Creo que dije que yo era mala, y despues entre risas aclare que no tanto. No se, esperemos que no haya dicho eso. Termino de mandar los audios y pienso que ahora somos mi celular y yo. Esperar. Uy con lo que odio esperar, es justo lo que tengo que hacer ahora. ¿Esperar cuanto? ¿diez minutos, media hora? 
Ya van 55 minutos. Y no hay respuesta. Y es ahi cuando entiendo que estoy despersonificada. Que solo soy una voz en un celular. Una luz que no deja de titilar. Una notificacion mas que ignorar. Pienso. No puedo dejar de pensar. 

Y ya van 58 minutos.