domingo, 14 de abril de 2019

Reflexiones de fernet

Hoy domingo, hoy catorce, hoy que sentí mucho, hoy que se me desprendió la energía del cuerpo y me sentí flotar, me sentí impulsar por un algo que no era yo, por una energía avasallante, revolucionaria, y me moví corporalmente y con el cuerpo fue el alma, y la mente. Y me encontré en un lugar flotar, en un lugar liviano dejarme ser. En un lugar que era nuevo pero que supe que era el mío. En un lugar abrazado de risas y canciones. De un energía que mutaba con los cuerpos, que danzaba con el ritmo propio de la carne, que renacía en colores. Y yo espectadora privilegia de ese concierto de amor y esperanza. 

Siempre intentado buscar o recordar que es la esencia que me une a Alfonsina, que es eso que tenemos en común, cual es la energía que tanto apega y resuena, que se siente compañera. Que de todo esto que siento es verdadero y como llevarlo a una forma, tangible, terrenal, humana. Y ayer en una conversación de bar, entre humo y birra, hablando con otro que en realidad era yo, me lo dije y me escuche, llegue a sentir y saber llamar a eso que me une tanto con Alfonsina. Con eso que la hace tan mía. Tan llena de vida. Y fue y es su último poema, que para mí fue el primero, el que me acerco a ella, pude sentir al leer esas líneas, el dolor que ella sintió, el desgarro de un amor y un dolor carnal que solo lo puede acabar lo poético de la muerte. Lo poético del mar. Lo poético de tomar el poder de acabarlo todo.
Yo vi, te vi, en esa representación del mar que muchos dicen saber con sonrisas llenas de ficticio interés, desapegado interés, vi como te dejaron morir en la idea del amor romántico y yo supe que no eras esa, que no éramos eso.